La yegua negra tenía una mancha blanca en la frente, pecho
blanco y patas algo cortas
¿cuando la traen? ¿quién?, ¿hasta cuándo?, pregunta ella,
impaciente
la doma, el amanse, el cabestro, las riendas, ¿a quien no se
amaestra en este mundo?
Ponemos los huevos en la fuente, hacemos panqueques con
dulce de leche.
Ella espera que pase la nieve en la ventana y
en la ventana espera ver
crecer las flores de amancay
compra montura, comida y paja
clava los troncos del corral, toda una tarde y todo el otro
día
¿y el boyerito?, pregunta.
Ella espera, impaciente.
La yegua llega en un carrito tras un coche,
vienen a verla los chicos desde 0,70 hasta los de 1,60 m.
Ya hay tres caballos cercanos y otros tantos jinetes
disponibles
van al río, al pueblo, al kiosco y a la escuela
van y van, vienen y
vienen
Ella trota, paciente.
Regresa la nieve a la ventana
Una noche alguien la roba,
el policía sigue el rastro hasta el caserío del Alto.
La habrán faenado, dice, rascándose una oreja
suele pasar, dice, paciente.
5 comentarios:
Me encantooooooo
Gracias por visitarme
Sospecho que es un texto inspirado en hechos reales.
Pacientemente bella; salvaje quien roba la paciencia de un niño
Gracias Fabiana.
Pacientemente amables son quienes me leen alguna vez
Besos
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