Al costado de
la basílica del cura
que hoy es Papa en Roma
hacen cola los sin techo
para recibir su ración.
Antes han meado las
columnas, las paredes,
donde pueden mear
mientras esperan.
La callecita es breve y
luminosa.
Ellas, ellos,
se rascan, se mueven en
un pequeño radio,
intercambian voces, se
sientan en sus bultos.
De ropa opaca y caras imprecisas,
parecen una bandada de
pájaros
descansando
antes de emigrar para otra
tierra.